POR QUÉ DEJAR DE FUMAR
La mayoría de los fumadores son adictos a la nicotina; se caracterizan por la búsqueda y uso compulsivo de la sustancia, a pesar de las consecuencias negativas para su salud.
Según informes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el tabaquismo es la principal causa de muerte prematura evitable en el mundo. Más de 5.000.000 personas mueren por año, cifra que podrían duplicarse en el año 2030 si no se aplican las acciones tendientes a contrarrestar esta situación.
Se observa también, según datos de la OPS, un desplazamiento de la epidemia hacia los países menos desarrollados o que tienen una política con regulaciones débiles a los productos del tabaco.
El tabaquismo está considerado como una enfermedad crónica en la cual el fumador oscila entre múltiples períodos de remisión y recaída. Esto se debe a la fuerte adicción que genera la nicotina.
En una entrevista realizada al equipo de médicos especialistas en el tema y que forman parte del programa GRANTAHI, (Grupo Antitabaquismo del Hospital Italiano de Buenos Aires), la Dra. Verónica Schoj, Directora del mismo, al realizarle la pregunta, desmiente la idea de que “fumar sea un placer” y aconseja a las personas que lo hacen, adoptar hábitos de vida más saludables que el cigarrillo.
Muchas de las personas fumadoras creen y afirman que fumar es un placer, lo cierto es que la nicotina (sustancia presente en los cigarrillos entre otras…) es el principal alcaloide del tabaco; es una amina terciaria con fuerte acción sobre el sistema nervioso central (SNC). Crea una triple adicción: física, psicológica y conductual, que lejos de ser un placer causan una clara dependencia al tabaco, con deterioro múltiple en la salud. La nicotina es más adictiva que la heroína, la cocaína o el alcohol, enfatizó Schoj.
Al preguntar si en Argentina descendió el consumo de tabaco, esto nos contestó el Dr. Guillermo Espinosa, también integrante del GRANTAHI. Dijo, en Argentina las cifras siguen siendo muy alarmantes.
Si bien se observó una disminución importante en el consumo, respecto a encuestas realizadas años anteriores, aún estamos muy lejos de revertir la situación. Actualmente, el 37% de las personas que fuman corresponde a la población adulta; el 40% a jóvenes entre 15 y 18 años y el 23% a los adolescentes entre 12 y 14 años. Se nota un fuerte incremento del sexo femenino y en las edades más tempranas
Según encuestas realizadas en colegios de nivel primario, se observó que cada vez es más reducida la edad en que los adolescentes comienzan a fumar. El promedio oscila entre los 11 y 12 años. Además, los resultados arrojaron que en el hogar de la mayoría de los niños que fuman, uno de los padres también consume tabaco.
Una de las políticas implementadas por el gobierno a nivel nacional, es el concurso “Abandone y Gane”, en el cual las personas que fuman, para poder participar, firman un contrato con el especialista en cesación tabáquica y se comprometen a no fumar en el tiempo establecido por el concurso. Al comenzar y en distintas etapas del mismo, se realizan monitoreos mediante estudios en sangre y espirometrías (estudio que mide la capacidad pulmonar). Esto les permite comparar la mejora de la capacidad pulmonar con relación al comienzo, por lo tanto influye en la decisión de querer dejar de fumar definitivamente, comentaban los especialistas.
Con respecto a los fumadores pasivos, los índice también son muy elevados y lo grave es que los tabaquistas no respetan a las personas que no fuman y encienden los cigarrillos en lugares cerrados como oficinas, lugares de trabajo, ascensores, baños, bailes y tantos otros sitios compartidos por ambos. Si bien el tabaquista tiene la opción de decidir fumar o no, el fumador pasivo no decide, tampoco tiene conciencia de hacer respetar su derecho a respirar aire libre de humo. Hay escasa implementación de los espacios “Libres de Humo”. Según el estudio JAMA, realizado en Junio del 2004, nuestro país tiene los niveles más altos en América Latina de exposición al humo del tabaco ajeno y aún hoy, no logramos mejorar esos resultados.
Al pedirles que dejen un mensaje a las personas tabaquistas, dijeron: Que no sean ingenuos, que no esperen a estar enfermos para tomar la decisión; pueden buscar otros placeres que no pongan en riesgo su vida y que prioricen los beneficios de la cesación para su salud. También que es recomendable incorporar una actividad física y una alimentación sana como hábito de vida. Sabemos que no es fácil dejar de fumar pero se puede, y de ellos depende poder lograrlo. Hoy en día contamos con tratamientos farmacológicos de primera y segunda línea muy eficaces, que facilitan el proceso de cesación y con escasos efectos adversos.
Mayor control y menos consumo
Las implicancias mundiales del consumo de tabaco han hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS), propusiera por primera vez en la historia, un documento legal de salud pública universal, para controlar el consumo de tabaco. Este documento es el Convenio Marco para el Control del Tabaquismo, que ha sido adoptado por 192 estados miembros de la Asamblea Mundial de la Salud. Una vez que 40 países hayan ratificado el convenio, éste será puesto en vigencia a nivel mundial. Argentina ya lo ha firmado, le falta aún ratificarlo.
Mientras tanto, más de 40.000 argentinos mueren cada año debido a las enfermedades relacionadas con el consumo directo de tabaco. Este dato fue proporcionado por el Ministerio de Salud y Medio Ambiente de la Nación. A su vez, el gasto en salud, se incrementa considerablemente en relación a las cifras que se recaudan por el conjunto de impuestos aplicados a las industrias tabacaleras. Hay que considerar también, la pérdida por falta de productividad generada por la muerte o incapacidad del fumador enfermo.
Entre las causas más prevalentes de muertes relacionadas con el consumo de tabaco, se destacan las enfermedades cardiovasculares y respiratorias y los cánceres; siendo el cáncer de pulmón una de las primeras enfermedades identificada directamente con el consumo de cigarrillo. La mayoría de las muertes se asocian con cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares. Los fumadores tienen más probabilidades de padecer cáncer de boca, laringe, faringe, estómago, páncreas, vejigas y ciertos tipos de leucemias.
En las mujeres, el consumo de tabaco se asocia con mayor riesgo de contraer cáncer del cuello del útero y de mama, con altos índices de muerte. En los hombres, produce impotencia sexual precoz, debido a que produce daño en las arterias que irrigan el pene. Los chicos y adolescentes que permanecen mayor tiempo expuestos al humo de cigarrillo incrementan sus posibilidades de desarrollar asma.
El cigarrillo también es la principal causa de “la enfermedad pulmonar obstructiva crónica” (EPOC), los enfisemas, la vejez prematura, úlceras bucales y gingivitis entre otras.
Si bien el gobierno nacional, ha dado las primeras iniciativas para contrarrestar este problema, como la creación de ambientes “libres de humo”, el aumento del precio de los cigarrillos y las prohibiciones de campañas publicitarias de promoción del tabaco, estas medidas aún no resultan eficaces para reducir el consumo.
Más allá de que la Medicina se ocupe de curar y de prevenir la salud, el doble desafío que afronta la población argentina hoy, es comprender que fumar tabaco, lejos de ser un placer es una enfermedad que puede conducir a la muerte, y en consecuencia, habrá que generar cambios que garanticen oportunidades de vida sana para el conjunto de la sociedad.
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